“El psicoanalista sin
duda dirige la cura. El primer principio de esta cura es que no debe dirigir al
paciente. La dirección de consciencia, en
el sentido de guía moral que un fiel del catolicismo puede encontrar, queda aquí radicalmente excluída”
(Lacan, 1958)
Desde las primeras elaboraciones
freudianas, vemos que el psicoanálisis se va conformando en relación a una
experiencia que se instala desde un lugar diferente en la relación con el
paciente, poniendo justamente en cuestionamiento lo que etimológicamente nos
remite esta palabra, patiens,
sufriente, sufrido. Tempranamente Freud marcó la ventaja de
que el neurótico cambie su postura respecto de su padecimiento, admitiendo
alguna participación suya en la situación en que se encuentra, movilizándolo de
la posición de sufriente. Es principalmente desde mi experiencia como
analizante, en donde surgió con la conmoción no menor que esto implicó, el
cuestionamiento respecto a que, para que este movimiento ocurra, algo de un
hacerse cargo o responsable es fundamental.
Cómo
conjugar responsabilidad y determinación inconsciente…una paradoja, que ya la
palabra en si, responsabilidad, pone
en el tapete. Revisando las definiciones de la RAE, aludimos con este término a
deuda, obligación de reparar o satisfacer; carga u obligación moral,
definiciones anudadas a un deber ser bajo ciertos patrones que lo delimitarían,
hacia los que habría que encaminar lo que se escapa de la “normalidad”, como
directriz a seguir.
Entre determinismo y elección…destino
Libertad refiriéndome con esto a la
posibilidad de elección, a esa “elección de neurosis” que ya planteaba Freud, en contraposición a la suerte de destino que se jugaría
en éstas, eso que insiste y que pareciera padecerse.
Con esta interrogante me
encontré con un libro de Colette Soler, “La maldición sobre el sexo”, en el
cual plantea dos tesis que podría ser difícil articular juntas, señalando que por un lado se afirma que el
inconsciente es un saber y que, por lo tanto, en tanto saber, determina; y por
el otro, que el sujeto siempre es responsable. Ubica la maldición, término tomado por Lacan en 1973, como lo imposible de la relación-proporción entre los sexos,
como el lenguaje singular que gobierna a cada sujeto. La maldición, que es un
performativo, hacer de un decir, no compete al automaton sino a la tyché, vale
decir, al encuentro con otro que va a provocar nuestra mala fortuna. Depende
por lo tanto de la…suerte, compete a la tyché, pero a una tyché que se
convierte en destino. La maldición va por lo tanto de la contingencia del
encuentro a la necesidad de un destino que no cesa de escribirse. De esta
manera es en esta modalidad de la repetición, la Tyché, el encuentro con lo
real, en donde se repite lo que da posibilidad a lo nuevo, en donde podría
leerse la suerte de destino determinando y a la vez posibilitando, abriendo
camino de elección.
En “Sobre la dinámica de
la transferencia” (1912), Freud ya sitúa lo contingente que se juega en eso que
nos determina, retomando sus palabras “el destino de un hombre es determinado
por dos poderes: disposición y azar, muy rara vez, quizás nunca por sólo uno de
ellos”. Así el destino tendría ambos aspectos en juego, lo dispuesto que
pareciera simplemente suceder, lo que compele al automaton, y la posibilidad
del azar, la tyché, aspecto central que permite situar en el análisis la
posibilidad de producir cambios, de hacer algo con eso que “padecemos”, o no
hacer, lo que también implica una elección.
Responsabilidad y elección, una cuestión ética
Como vemos, la cura toma
su dirección desde la singularidad de cada sujeto como efecto de esta
experiencia, del sujeto de la enunciación. La dirección es marcar el discurso
del sujeto, hacer que emerja y, desde su decir opere la cura, y es este poder
del analista el que implica una ética distinta, no del bien común. Tomando
ahora las palabras de Lacan, en el
seminario “Ética del psicoanálisis” (1959-1960), plantea que un juicio ético es
posible, que representa esta pregunta con su valor de Juicio Final -¿Ha usted
actuado en conformidad con el deseo que lo habita?. Esta es una pregunta que no
es fácil de sostener, y acorde a esto es que la ubica como formulable en esa
pureza sólo en el contexto analítico, en donde el deseo se opone a la ética
tradicional del servicio de los bienes.
La experiencia analítica
se ubica al lado de un bien muy particular, el que no es un bien para todos, no
es el bien común sino el bien decir, articulado a los dichos de cada cual. Es
desde este lugar en el que relativizamos la dirección de la cura por parte del
analista, pues ésta es dirigida por el decir del analizante. Esto ubica también
la gran responsabilidad del analista, que como refiere Lacan en el seminario
“Problemas curciales para el psicoanálisis” (1964), es la posición más
responsable de todas, en tanto él es aquel a quien es confiada la operación de
una conversión ética radical, aquella que introduce al sujeto en el orden del
deseo.
La dirección de parte del
analista, considerando lo relativo de este término en el sentido de que es
dirigido por el decir del analizante, ubica también de su lado la
responsabilidad. Como refiere Lacan en el seminario “Problemas cruciales para
el psicoanálisis” (1964-1965), “Ser psicoanalista es estar en una posición
responsable, la más responsable de todas, (p. 107). Siguiendo esta posición,
vemos que como parte de la entrada en análisis, como señala Miller (1997), se
trata de “transformar la persona que vino en un sujeto, en alguien que se
refiere a lo que dice guardando cierta distancia con relación al dicho (…) se
trata de introducir al paciente en una primera localización de su posición con
relación a su dicho” (p. 62-63).
En este sentido, al
ubicar la particularidad ética fundamental puesta en juego, dado que busca la
aparición de este sujeto y su encuentro con el bien decir, responsabilidad y
elección se situarían desde lo que emerge en la relación transferencial
analizante y analista. A mi parecer, es esta experiencia la que posibilita
sostener la paradoja del determinismo, esa suerte de destino con su parte de
contingente y de nuevo encuentro que se pone en juego, una apertura de
posibilidades, de un hacer del decir en esta nueva experiencia de amor.
De la elección en la experiencia analítica
Me parece que el punto central del análisis, que lo hace diferente a una
psicoterapia, es su posibilidad, el
espacio de libertad que abre más allá de una mera acumulación de saber, lo que
sin duda se juega y es parte, pero no es lo orientador, es un resultado de esta
experiencia.
Si bien hay determinación, no se trata de entenderla y hacer
racionalizaciones al respecto, pues esto es desconocer lo contingente que se
juega en ésta y no entrar en la verdadera apuesta que implique y conmueva al
sujeto. Encontré en palabras de Diana Ravinobich (1999), algo que me pareció
muy significativo a este respecto, quien señala que para Lacan, el camino de
determinación por el significante que entraña falta, pérdida y causa, es
absolutamente contingente. ¿Qué S₁ le tocará al sujeto? Lacan lo compara con
una lotería, nadie lo saca, le sale. Este sería el punto que permite operar en
psicoanálisis, pues esta contingencia nos permite asumir nuestra causación, ya
que si fuera absolutamente necesaria “no habría psicoanálisis, no se podría
zafar psicoanalíticamente del ¡Hágase tu
voluntad! Referido al deseo del Otro”
Una apuesta, en donde determinismo, destino, pone en juego su lado de
contingente, de posibilidad de nuevo encuentro…un margen de libertad en el que
va cayendo la voluntad del Otro, y por ende, la responsabilidad en la elección
va teniendo lugar… así si vale la pena la apuesta.
Lacan, J. (1958 (2010)). La dirección de la cura y los principios de su
poder. Escritos 2. Buenos Aires: Paidós.
Rabinovich, D. (1999). El
deseo del psicoanalista: libertad y determinación en psicoanálisis. Buenos
Aires: Manantial.
Soller, C. (2000). La
maldición sobre el sexo. Buenos Aires: Manantial.
Lorena Álvarez
lorenapaz.alvarez@gmail.com
Lorena:
ResponderEliminarAdemás de decirte que me parece muy interesante tu escrito, te planteo que en lo personal, la diferencia entre el psicoanálisis y cualquier otra teoría psicológica en donde se intente tratar el padecer subjetivo, es que en éste (el psicoanálisis) no hay un camino predeterminado a seguir. Cada nuevo análisis, cada nuevo encuentro entre analista y analistane traza una ruta a seguir que no se puede predecir. En éste sentido cada encuentro (tyché) es una posibilidad de que el sujeto haga algo nuevo con aquello que lo acontece. Sin embargo, me parece que también debemos ser cuidadososo al utilizar el término responsabilidad subjetiva; pues por otro lado, a mi parecer (y por la lectura de tu texto, parece que para ti también es así) el psicoanálisis tampoco se trata de buscar culpables; es decir de decirle al sujeto: " Esto que te pasa es culpa tuya, tu eres el responsable". Creo que es por ello que no hay que olvidar que existe la contingenica, lo ocurrido inesperadamente, que pasa sin que el sujeto sea responsable de ello. Será tarea de cada uno situar que hace con aquello que le ocurre por "asares del destino". La vida es en cierto sentido, aquella que nos toca vivir, gozar y sufrir... La cosa es ¿cómo hacemos con eso que nos toca? En éste sentido, recuerdo una frase de Freud (no la recuerdo textualmente) pero dice que parte del psicoanálisis es pasar de un padecer sufriente a un padecer un poco más llevadero, tal vez es aquí donde se juegue la responsabilidad de cada uno, en la forma en hacer frente a eso que sufrimos.
Natalia, te agradezco primero que todo tu comentario, así se hace más rica esta instancia y se van abriendo más preguntas. Tal como planteas, justamente por esto sitúe la referencia de Lacan en cuanto a la dirección de la cura, desde la singularidad del decir de cada analizante y es desde este punto que claramente acordamos, desde donde creo se posibilita apuntar a ese poco de libertad, a diferencia de una psicoterapia. Acuerdo contigo que el término en sí de responsabilidad es bastante complejo de utilizarse, y es uno de los puntos que me interesa seguir investigando. Sin embargo es claro que con esto no apuntaríamos como bien señalas a "buscar culpables". Al contrario, al estar en relación a ese decir, es algo que emerje en relación a esa misma contingencia que nombras, a reconocer que si bien hay un determinismo que no cesa de inscribirse, hay un punto en que estamos frente a esa enigmática elección a la que ya refería Freud, esa tyché. Y desde ahí responsabilidad lo leo y desarrollo como eso que nombras, el que cada uno vea qué hace con eso que está, de lo cual es parte en cuanto a esa pregunta que Lacan plantea ¿A actuado usted en conformidad con el deseo que lo habita?. Difícil pregunta, ubicada de forma muy precisa por Lacan como posible de ser formulada sólo en el contexto analítico, desde ahí es una apuesta, como analistas, el apuntar a ese espacio en que la libertad se asocia a un tipo de responsabilidad ligada no a la ética tradicional, sino a la inversión ética fundamental que ubica al sujeto en relación a su decir, a hacer con su decir.
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