sábado, 3 de noviembre de 2012

Lo fundamental del fantasma y su relación con el síntoma.



 (Lacan 1957-58) “Está pues el mensaje, el que no llega al lugar del sujeto. Por otra parte, lo único que queda es el material del significante, ese objeto, el látigo, que permanece como un signo hasta el final, hasta el punto de convertirse en el eje, y casi diría el modelo de la relación con el deseo del Otro.”

I
Placer y displacer, dos dimensiones donde el sujeto encuentra su determinación, dos dimensiones que separa síntoma y fantasma y a su vez los une. Dos caras de una misma moneda. Síntoma y fantasma,  ese algo con el cual el sujeto se enfrenta, camina, disfruta y sufre.
Es indudable que la búsqueda de análisis es empujada por la queja, el sufrimiento del paciente, donde hay un algo que lo supera y desborda, y a su vez traza su camino. Un determinante ruidoso que da la posibilidad de buscar su análisis.
Con relación al síntoma, el paciente tiene mucho que decir. -no se hace necesario preguntar sobre él- Es ese algo que el paciente vive desde un lugar de sufrimiento. Aunque se reconoce un goce, debemos entender un goce donde la satisfacción se mescla con una suerte de frustración, de dolor, una suerte de displacer. (Miller 1983) “el paciente, a propósito de su síntoma, habla y habla mucho (…) y habla para lamentarse de él.”
El síntoma demanda interpretación. En su queja constante, agobiante en algunos casos,  el analizante asume una posición de demanda. Teniendo en cuenta que toda demanda es una demanda de amor, hay una demanda de amor al analista, y es este el encargado de responder a dicha demanda a través de la interpretación. Miller utiliza una metáfora con relación a la demanda, “el analista responde con pechos de significante” dando a entender que la respuesta es desde el amor, pero con la única posibilidad que el psicoanálisis permite, la palabra a través de la interpretación. Es entonces la interpretación esencialmente del síntoma, interpretación de síntomas.

Durante el análisis se puede encontrar un “bienestar” del sujeto con relación a su queja, a su síntoma como formación del inconsciente. Una relación diferente del sujeto con su síntoma, pero estamos advertidos que esto es solo un efecto terapéutico del análisis, donde en algunos casos es indispensable para entrar en análisis.
A pesar de que el sujeto pueda hablar mucho de su síntoma recordemos que lo hace desde el sufrimiento. Pero el síntoma aparece ante el sujeto como enigmático, no tiene conociendo sobre él y por eso demanda al analista su interpretación. En este camino, el sujeto puede encontrar un bienestar del sufrimiento, asumir una posición diferente con su síntoma. Es acá donde se juega la ética del analista, poner en juego eso de lo subversivo del análisis, ir más allá del bienestar, más allá de lo esperado y buscar la depuración de lo fantasmático donde ha encontrado su lugar el sujeto para defenderse de su síntoma. El fantasma como lo placentero para el sujeto.

Es así como podemos pensar al fantasma como un residuo, un residuo de la interpretación del síntoma. La dirección entonces del análisis es la depuración de lo fantasmático, la búsqueda del fantasma fundamental del cual el sujeto no se queja, no nombra, pero encuentra lo placentero, encuentra un lugar en el lugar del fantasma.
(Freud 1919) “A esta fantasía se anudan sentimientos placenteros en virtud de los cuales se la ha reproducido innumerables veces o se le sigue reproduciendo (…) la fantasía era investida regularmente con elevado placer y desembocaba en un acto de satisfacción autoerótica placentera”.
Con relación al fantasma, el paciente no se lamenta, encuentra en él un placer, una especie de seguridad con el cual se enfrenta a su mundo. El fantasma es entonces este recurso del paciente para enfrentarse al síntoma, “una especie de consuelo a su sufrimiento”.
El sujeto no habla del fantasma en análisis, aparece sentimientos de vergüenza demostrando cómo está en contradicción a sus valores morales. Es notable ver como en el obsesivo, tomando el ejemplo de Miller, aparece el fantasma relacionado con el discurso de la perversión, pero su fantasía se hace vergonzosa.
En mi experiencia clínica, un paciente neurótico obsesivo, llega a consulta por sus problemas de consumo de sustancias psicoactivas, que no le permiten vivir.
Su historia está rodeada de actos delincuenciales, nombrándose “trucho” ante los demás, habla de ser un “pistolero”, o mejor, de querer ser un “pistolero”. En el recorrido que hizo por casi un año, encuentra cómo estos actos delictivos “siempre terminan mal” no podía sostener sin cometer un error. Este reconociendo del fracaso lo avergonzaba mucho, le lleva tiempo reconocer su falta de habilidad en lo delincuencial. Recordando que su presentación de si mismo estaba basado en lo hábil como delincuente.
Acompañado con ser pistolero, aparecía siempre una posición de benefactor, de protector de los débiles; asumía responsabilidades de proteger a los otros, familia, amigos y demás. Creía tener esta responsabilidad que en algunos momentos lo mostraba culposo.
Luego de un año de consultas semanales, se logra nombrar como un “no tan hombre para ser pistolero” se reconoce en el miedo al momento de ejecutar algún acto delictivo, y reconoce cómo hacia algo para que las cosas le salieran mal.
En este paciente, al parecer, su fantasma es construido con características particularmente agresivas, relacionada con su historia de infancia, y alguna identificación con referentes delictivos en sus padres, o los que funcionaron como tal. Sentimientos de abandono acompaña lo referido por el paciente hacia estos padres. Es notable el placer que encontraba al narrar sus historias de “fechoría” y como al reconocer sus errores en estos actos aparece la vergüenza, “me siento como estúpido” refiere.
Por supuesto el consumo de drogas se relacionaba poco con su fantasma, aunque él lo intentaba justificar en las primeras sesiones, después de un año, logra hacer una separación de las cosas, y encarar cada uno a su tiempo.
Es importante seguir la enseñanza de Freud en el tema del fantasma, nos señala la presencia del fantasma y la importancia dentro del análisis aunque reconoce cierta actitud de desprecio por parte del analista que debe ser advertida.
(Freud 1919) “es verdad que el médico analista, siempre que debe confesarse que esas fantasías las mas de las veces permanecen apartadas del restante contenido de la neurosis y no ocupa un sitio legitimo dentro de su ensambladura, siente la sospecha que el problema no ha quedado resuelto con ello; empero, uno suele desdeñar de buen grado tales impresiones”.
Hay que remarcar acá la sospecha de lo no resuelto, para poder seguir la importancia y lo determinante del fantasma en el sujeto. Es así como lo remarca Miller al advertir como fin del análisis, un cambio en la posición subjetiva con relación al fantasma fundamental, un cambio construido en análisis.
Siguiendo la sospecha podemos ubicar, además de la posición del sujeto, la función de consolación y al fantasma como un transformador, para dirigir el goce al placer. Es decir, dar al goce del síntoma insoportable, un sentido placentero en el fantasma, una especie de defensa por parte del sujeto a lo enigmático del síntoma. Aunque hay relación entre síntoma y fantasma, se debe remarcar que el fantasma fundamental nunca es interpretado, se puede tomar como un residuo de la interpretación.

Pero ¿qué podemos entender por fantasma fundamental?
En “pegan a un niño”, Freud vacila si concederle a la primera fase de la fantasía, del fantasma, el carácter de fantasma, y duda en relación a la posibilidad de ser recuerdos o deseos de diversas ocasiones. Dando a entender que “estas dudas no tienen importancia alguna”.
Acá podemos pensar, algo que se intentará desarrollar más adelante, si a lo que se refiere como la primera fase en “pegan a un niño”, se le podría equiparar con el fantasma o lo fantasmático, dado que la segunda fase nos dará la entrada al termino fantasma fundamental y sus características.
Es así como debemos remarcar la gran importancia del fantasma o lo fantasmático dentro del trabajo analítico, dado que, aun siendo poco referido por el paciente, el fantasma recubre todo el comportamiento del sujeto. Haciendo necesario su decantación, el desmonte de eso fantasmático para dar a la construcción en análisis del fantasma fundamental.
(Freud 1919)  “La fantasía se ha teñido de placer en alto grado y se ha llenado con un contenido sustantivo (…) Esta segunda fase es, de todas, la más importante y grávida en consecuencias; pero en cierto sentido pudo decirse de ella que nunca ha tenido una existencia real. Se trata de una construcción del análisis.”
En el recorrido que hace Miller explica que este segundo tiempo no aparece en la experiencia analítica, dado que está ubicado en un lugar imposible de acceder. En esta dirección pensamos el fantasma fundamental como una construcción en análisis; es tomado como un punto límite.
Los fantasmas son evidentes en el comportamiento del sujeto, pero aun siendo tan evidente, el sujeto no habla de ellos, no intenta depurarlos. Fantasma y fantasma fundamental se diferencian: fantasma es con lo cual el sujeto se muestra y aparece frente a él; fantasma fundamental se construye en análisis y “se refiere a ese punto límite”
(Miller 1983) “El fantasma fundamental es correlativo a lo que, en lo reprimido, nunca podría salir a la luz. (…) hay una represión originaria que no es un contenido o cosa que no pueda decirse, sino que siempre habrá una represión más. Siempre habrá un significante más que pueda advenir. (…) el fantasma fundamental corresponde a la represión originaria”
Así entonces lo fantasmático se va “limpiando poco a poco en dirección a una formalización”, en dirección de la singularización del fantasma. Es ir desvaneciendo la suerte de personajes, las hojas y ramas del tronco, eso que puede cubrir y proteger el fantasma fundamental.
(Freud 1919). “Se habría desarrollado sobre la fantasía, una superestructura de sueño diurnos muy ingeniosa y sustantiva para la vida de la persona en cuestión, y que tenía como función posibilitar el sentimiento de excitación satisfecha”.
El fantasma se extiende en toda la vida del sujeto, y lo paradójico es que, el fantasma es lo más escondido que tiene,  y a su vez es lo más evidente en su comportamiento.

II
La relación del fantasma fundamental con el Otro es claro para Freud, lo señala en sus “intelecciones” en “pegan a un niño”, donde resalta que “la persona que pega sigue siendo la misma, el padre.” Además nos indica que por regla general, la segunda fase permanecerá inconsciente dando a entender su intensidad en la represión y la aparición de la pasividad como lo que protege al fantasma de permanecer inconsciente. “yo soy azotado por el padre”

¿Cuál es la relación del fantasma con el Otro?
Podemos decir que es en la ausencia del Otro donde se puede preguntar por su deseo, ¿qué va a buscar?, ¿Qué me quiere? ¿Qué desea?. El mensaje, la respuesta del Otro a las preguntas del sujeto por su ausencia “no llegan al lugar del sujeto”, dice Lacan.
Esta ausencia produce o provoca los momentos angustiosos donde entra en juego la construcción del fantasma como respuesta a lo angustiosos de la ausencia, dando lugar al placer en el fantasma, trasformando así el displacer en placer.
En análisis se produce la presencia del fantasma, y es acá donde la angustia hace su presencia, dice Miller, es acá donde la angustia encuentra su ubicación. Lo que angustia es el deseo del Otro y el fantasma se ubica como lo que tapona, cubre la angustia suscitada por el deseo del Otro. Estructuras fantasmáticas muy ingeniosas y sustantivas, dice Freud.
En el grafo del deseo, el matema lacaniano S(Abarrado) da dos significaciones. Por un lado muestra la falta de un significante en el campo del Otro, significante que nombra al sujeto. Así pensamos al Otro como no completo necesario para pensar el deseo en tanto que la falta permite al Otro desear. Es entonces el matema S(Abarrado) el deseo del otro y la falta de un significante que nombre al sujeto.
En el texto de lacan “el mito individual del neurótico”, se hace un recorrido del caso clínico freudiano “el hombre de las ratas”, y da a entender cómo el sujeto ante la falta del Otro, tapona con su fantasma: “existe por un lado la frustración, incluso una suerte de castración del padre”. Es en esta falta donde el sujeto de las ratas pone su fantasma como tapón, por ejemplo en el intento de pagar a toda costa la deuda, deuda que ocupa el lugar de la deuda que castra al padre.
Esta falta es insoportable para el sujeto dando lugar a su respuesta, tapona la falta del Otro con el fantasma. Como insoportable la falta se juega en la clínica en tanto resistencia, siendo así un tapón y a su vez un tope en la intervención, donde en la medida en que se depura el fantasma hace su presencia lo angustioso.
El sujeto se queda sin lugar en el Otro en la medida que la falta es falta de significante que nombre al sujeto, es entonces el fantasma el lugar del sujeto. Funciona como un dispositivo, que permite una articulación significante con el objetivo de sujetar al goce, sostenerlo y tranquilizarlo. “es una articulación significante fantasmática que permite dominar el goce por vía de una relación con el objeto”, con esto le permite al sujeto mantener al goce dentro de los límites del principio del placer, vinculando así, a través del fantasma, el goce y el placer.
Dado la falta de significante para el fantasma por parte del sujeto, se presenta en la experiencia analítica como lo no tocado, lo no alcanzado directamente por el significante. En este sentido, Miller marca el fin de análisis del lado del fantasma fundamental y no del síntoma, en el sentido que se puede lograr un “bienestar” del síntoma, una relación diferente del sujeto con su síntoma. Pero es solo en el cambio de la posición subjetiva con su fantasma fundamenta cuando podemos pensar el fin de análisis como una modificación. “es el residuo de la interpretación del síntoma”.

III

Miller en su conferencia de 1983 propone tres dimensiones del fantasma dando a entender que ayudará en la comprender el tema.
En primer lugar, su aspecto imaginario:
En su texto de 1919, Freud anuncia esta dimensión del fantasma, “Se había desarrollado sobre la fantasía, una superestructura de sueños diurnos muy ingeniosa y sustantiva para la vida de la persona…”
Por su parte Miller lo explica diciendo que es el aspecto “correspondiente a todo lo que un sujeto puede producir como imágenes”, es en esta dimensión imaginaria donde se sitúan todos los fantasmas, correspondiente a los aspectos del mundo en tanto imágenes y hasta sus personajes del medio. Pertenece a la relación del “individuo y sus imágenes”. Esta dimensión se va simplificando, reduciendo, depurando en el análisis en la dirección de la cura.

En segundo lugar, su dimensión simbólica:
Su aspecto simbólico, dimensión mucho más escondida. Se refiere a una “pequeña historia” construida con las leyes de la lengua. A lo simbólico del fantasma se llega ya en la caída de las hojas de lo imaginario, apareciendo como una pequeña historia. A este aspecto del fantasma se llega solo en la eliminación, limpieza de la abundancia de lo imaginario.
En el texto freudiano se muestra con claridad el aspecto significante del fantasma en el sentido de ser una frase, y sus tres tiempos se construyen con variaciones de la lengua, pegar, pegarse, hacerse pegar.
El carácter esencial del fantasma fundamental es su claridad, al punto de no necesitar su demostración, es un tipo de frase donde en lógica es un axioma, que va a estar en relación con el Otro barrado, el matema S(Abarrado).

En tercer lugar, su dimensión real:
Con relación a la dimensión real del fantasma, su lógica se puede ver en la definición del fantasma fundamental como un residuo de la interpretación del síntoma. Un residuo que no puede modificarse. Así siendo lo real lo imposible de modificar, es entonces el fantasma fundamental un real en el sentido de no poder cambiar. Se propone entonces el fin de análisis en la modificación subjetiva, en la modificación de la relación del sujeto con lo real del fantasma. Con su axioma.
Por eso se hace indispensable conocer la distinción entre síntoma y  fantasma, dado que podemos ubicar el síntoma y el bienestar del sujeto, en el campo de la terapéutica como efecto del análisis. Pero la obtención del fantasma fundamental en la dirección de la cura, en el sentido ético del análisis, ir más allá del bienestar.
En el síntoma vemos una dinámica, pero en el fantasma se presenta una “estática”. Se presenta una inercia que tiene el sentido de lo real como residuo de la interpretación.  “un componente real de inercia”.
En esta reducción, depuración del fantasma hasta el fantasma fundamental, se va reduciendo “cada vez más a un instante esencial, al punto del instante”.
Este instante fantasmático fija al sujeto en un lugar distintivo. Dice Miler: “el sujeto del significante como tal no tiene lugar. Se mueve con el significante y puede aparecer aquí o allá siendo su ubicación siempre equivoca”.  Con relación a la fórmula del fantasma $a, siempre tiene un lugar para el sujeto, un lugar fijo.
En la formula se propone la relación del sujeto con el objeto a, “la fijación del sujeto por un objeto especial”. Se propone la dirección del análisis en relación con el fantasma y no con el síntoma. El lugar fijo del sujeto es con su objeto a en lo real, el cambio va dirigido a un cambio subjetivo con esta relación. No una interpretación del fantasma.
En esa decantación del fantasma como operación del acto analítico, se presenta el objeto a como producto, como residuo es su aspecto frase. Es entonces lo ético del análisis en la medida que el deseo del analista “sea obtener de un sujeto su fantasma fundamental”. Lo que el fantasma manifiesta es que hay un real en lo simbólico. Un real en el sentido de residuo y su articulación con su aspecto frase como simbólico.
Esta articulación del fantasma se puede explicar con su aspecto de axioma, como un sistema lógico que no cambia, su aspecto real con relación a su aspecto simbólico.

IV

(Miller 1983) “El fantasma como un axioma no sólo para el sujeto, sino que así también se presenta en la práctica analítica”
El fantasma, entonces se reduce a una fórmula significante, lo que no quiere decir que obedece a su estructura. De esto nos advierte Freud “las fantasías permanecen apartadas del restante contenido de la neurosis”. A demás, siendo el sistema significante un sistema lógico, presenta fórmulas inmodificables, sus axiomas.
Aun así, Miller nos recuerda como en los matemas, Lacan liga al fantasma con la estructura neurótica. El matema S(Abarrada) se refiere a ese significante donde ocupa un lugar el fantasma como axioma simbólico.
El sujeto en análisis desvanece, depura su fantasma, dice y habla de todo lo que puede saber, pero llega a un punto visto como resistencia pero que en la experiencia analítica es tomado como falta de palabras y de saber. En esta falta de significante se aloja el resto, resto simbólico resistente en tanto axioma fantasmático.
La importancia del fantasma como un axioma reside en la medida que se entienda la logia de los axiomas como un punto de partida. Frases que no tienen discusión dado que a partir de ellas se puede producir verdades y falsedades. Pero antes de los axiomas no hay nada. “son un punto de partida y un punto límite”
Lo que implica que el fantasma es una creación significante pura. En la medida que antes de poder nombrar algo, algo no existe. El significante surge de la nada y es a partir de nombrar la nada el mundo se crea. El sujeto crea sus personajes y su medio en la medida que lo nombra, pero su inicio es la nada.
A su vez es el punto límite, en tanto se depura el fantasma volviendo hacia esa nada, encontrando en su lugar el axioma fantasmático, el fantasma fundamental. En este sentido el fin de análisis va en dirección de un cambio subjetivo con relación al axioma.
(Miller 1983) “el fantasma fundamental, para Lacan, está ligado a una significación absoluta. A una significación despegada, separada de todo. La significación de: se pega a un niño no tiene motivación anterior y es en sí misma un comienzo absoluto.”
Siguiendo a Lacan, nombra esta significación absoluta en muchos apartes de sus seminarios. Es su enseñanza aparece de diferentes formas. En el seminario de 1957-1958 nos muestra como el sujeto con relación a lo deseado “lo simboliza en ultima instancia por medio del falo. El significante del significado general, es el falo”.
A destacar acá el falo como lo velado, y “estará velado hasta el fin de los siglos” dado que las posibilidades de que se muestre como falo, será solo a través del signifícate que hará su presencia. Significante último en relación con el significado.

El fantasma fundamental es entonces la presencia del objeto en forma de significante, en forma de una frase como axioma sin posibilidad de saber más, “no sé mas, pegan a un niño” nos dice Freud en su escrito sobre la importancia del fantasma. Es entonces en esa imposibilidad de cambio de lo axiomático, donde se articula la dirección de la cura en la medida de un cambio de posición del sujeto ante su axioma.
(Lacan 1957-58) “La función del fantasma terminal es manifestar un relación esencial del sujeto con el significante.”

Referencias:

  1. Jacques Lacan. Las formaciones del inconsciente (Paidos  Bs. As 1957-58), pag 241-256.
  2. Jacques Lacan. Intervenciones y textos 1(Manantial Bs. As 1953), pag 37-59.
  3. Jacques-Alain Miller. Dos dimensiones clínicas: síntoma y fantasma (manantial. Bs.As. 1983). Pag 11-69
  4. Sigmund Freud. Pegan a un niño (Amorrortu, tomo XVII. Bs.As 1919). Pag 175-200

JULIAN CEBALLOS GALVIS
julianceballosg@gmail.com

6 comentarios:

  1. Julian:
    He leído con detalle tu escrito, que me aparece como una buena articulación entre 3 autores distintos (Lacan, Freud, Miller) y diversos conceptos. Sin embargo desde el principio del texto y hasta su final no he podido dejar de notar que utilizas los términos Fantasma y fantasía como equivalentes. Incluso en algunos momentos hablas del fantasma fundamental de Freud; cuando a mi entender Freud no utiliza éste término (Freud habla de fantasía, o ¿estoy equivocada?) En éste sentido, me parece que sería importante trazar una persepcitva, desde mi entender, coincido contigo; fantasma y fantasía son equivalentes.¿Porque usar términos distintos? Solamente planteo una pregunta que podemos seguir pensando e investigando. Por último te felicito, me parece excelente el escrito y me gusta la articulación con un caso clínico.

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  2. Es muy complicado el término “fantasía” y/o “fantasma”, además de no tener ni idea de alemán ni de francés, debo exponerme diciendo que es probable que me equivoque en esta justificación de utilizar indistintamente el término.
    Desde que inicie mi aprendizaje de lo lacaniano he escuchado infinidad de razones para la utilización de fantasma por Lacan y no de fantasía como así lo uso Freud. He escuchado que se refiere a la fantasía inconciente o además es la forma de tomar distancia de Klein, y muchas más razones para utilizar fantasma y no fantasía. Por mi notable ignorancia en los idiomas debo decir que todas las razones deben ser valederas.
    Pero alguna vez pude leer un texto muy interesante sobre esta pregunta que vos haces. El texto se llama “la fantasía no es un fantasma” con ese título pues le creí, por lo menos hasta que aprenda alemán y francés y pueda tomar una posición propia.
    Este texto explica el por qué de utilizar fantasma y no fantasía, dice que la palabra en alemán, es decir la que utilizó Freud es “phantasie” que tiene el sentido más de la imaginación, el mundo imaginario, la actividad creadora. Así en español es posible traducir directamente “phantasie” en “fantasía”. El librito que cito dice que el problema se presenta para la traducción en francés -idioma que tampoco sé- dado que al traducir “phantasie” en “fantaisie” no representa el mismo sentido que la palabra en alemán, porque en francés “fantaisie” da un sentido de “capricho, falta de seriedad” casi de felicidad, y para los traductores no tenía un carácter neutro. Es así como los primeros traductores de Freud se vieron obligados a recurrir a una palabra casi en desuso para los franceses, pero que representaba el sentido propio que Freud le dio a “phantasie”, “fantasme” es la elegida. (palabra del siglo XIII)
    Pero dice algo mas, “fantasme” y “fantasma” no son lo mismo, “falsos amigos” dice el texto. Aunque es utilizado por los lacanianos como la forma de tomar distancia y de distinguirse de otros planteamientos teóricos.
    El texto de “Anthony Sampson” tiene cosas muy interesantes de la historia del psicoanálisis, es recomendable en este sentido. Pero la verdadera razón de utilizar indistintamente el termino fantasía y/o fantasma, primero es para recordarme que el retorno a Freud es indispensable y segundo para ir poco a poco metiéndome en lo lacaniano.
    De todo corazón agradezco tu lectura del texto, con la pregunta lo demostraste.
    Un abrazo

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    1. Estoy de acuerdo contigo, para mí también es difícil tomar una posición al respecto por el momento; supongo que en algún punto lo lograré. Por ahora mi posición se resume en continuar hablando de fantasía cuando se hace referencia a Freud y de fantasma para Lacan(como en la traducción de los textos que realiza JA Miller).
      Por otro lado, ¿cuál es el libro del que hablas?, ¿lo tienes?, ¿me lo prestas?
      Me pareció muy interesante el comentario, además creo que en tanto al psicoanálisis, como en otras áreas, siempre que se lee a un autor hay que también intentar leer algo acerca del contexto en que ese autor estába; porque las obras suelen desplegar problemáticas particulares de los escritores así como sociales.
      Un saludo.

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    3. si, mira, copia este link.

      http://psicologiacultural.org/Pdfs/Sampson/Pdf%20Sampson%20articulos/La%20fantasia%20no%20es%20un%20fantasma.pdf

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  3. Un placer leer lo fundamental del fantasma y su relación con el síntoma; desde la fantasía, al fantasma, a lo imposible.

    Dice Miller: "....!gracias fantasma! El fantasma es aquello que en esta chicana infinita nos da un punto de almohadillado. Es gracias a esta congelación del sentido, que nosotros llamamos al fantasma, que sostenemos y nos situamos. Afrontar lo real sin fantasma no se lo deseo a nadie; eso se llama por ejemplo la esquizofrenia (aproximadamente)."

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