Les dejamos una pequeña pizca, una migaja del libro (el prefacio) para que se animen a leerlo y si así lo deciden, no duden en contactarnos (hacerdeldecir@gmail.com) ya que
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Prefacio: El animal prometedor
¿Cómo he de prometer,
como si en mí hubiera aún algo que me
perteneciera?
—Claudel, El zapato de raso
Educar a un animal con el derecho de
hacer promesas
—¿no es acaso la tarea paradójica que
la naturaleza se ha asignado
en el caso del hombre? ¿No es acaso el
problema real que
concierne al hombre?
—Nietzsche, Genealogía de la moral[1]
Si como lo sugiere Nietzsche en la cita
anterior, la promesa puede definir de alguna manera la problemática de lo
humano —situar lo que en el hombre
constituye lo problemático— no deberá
sorprender que haya llegado recientemente a ocupar un lugar central en los
escenarios teóricos lingüísticos y filosóficos. Con frecuencia los estudios
actuales sobre el performativo,[2]
se organizan en torno a la promesa que se toma como modelo ejemplar de los
actos de habla en general. John Searle, por su parte escribe: “Consideraré el
acto de prometer como mi pesquisa inicial puesto que, en cuanto a los actos
ilocucionarios se refiere, es bastante formal y bien articulada; al igual que
un terreno montañoso, exhibe sus características geográficas de una forma
cruda, descarnada. Pero veremos que tiene algo más que un interés local, y
muchas de las lecciones que han de aprenderse de ella tienen una aplicación
general.”[3] Dada la nitidez de sus contornos,
estas montañosas promesas, indudablemente proyectan sombras en alguna
dirección, sombras que, paradójicamente, podrían ser tan iluminadoras como la
misma luz que arroja el performativo. Son estas sombras precisamente lo que
este estudio tratará de explorar.
¿Qué
es una promesa? ¿Qué se hace cuando se dice “yo prometo” y cuáles son las
consecuencias? De todas estas cuestiones se encargan los lógicos del lenguaje
que se ocupan del preformativo. Pero yo aquí quisiera desplazar un poco los
hallazgos del análisis lingüístico y lógico para plantearles el interrogante
nietzscheano: ¿en qué sentido la promesa constituye una paradoja, un problema?
¿De qué manera la lógica de la promesa es un signo de una contradicción
fundamental que es precisamente la contradicción de lo humano? Aun cuando estas
últimas preguntas están implicadas por el preformativo, no son del estricto
dominio de una investigación lingüística formal pero en cambio emergen del
corazón de un célebre mito literario, que de manera espectacular plantea el
problema del preformativo: el mito de Don Juan.[4]
Pero, es en el preciso momento de este
desbordamiento que lo literario, al producir efectos analíticos y desencadenar
así la necesidad —y la posibilidad de realizar una articulación teórica entre
psicoanálisis y el performativo (articulación que hace ver ambas teorías bajo
una nueva óptica), desembocará en un escándalo irreducible (que es a la vez
teórico y empírico, histórico) de la incongruente pero indisociable relación
entre lenguaje y cuerpo; el escándalo de la seducción
del cuerpo humano en tanto que habla— el escándalo de la promesa de amor por
cuanto es, por excelencia, la promesa
que no puede ser cumplida; el escándalo del animal prometedor por cuanto,
justamente, promete lo que no puede
cumplir.
Escribir el escándalo del cuerpo
hablante, hablar el escándalo de la seducción, eso que, a mi juicio, es lo que
sostiene el orden literario, el orden teórico y el orden histórico
respectivamente, será pretender articular algo en el cruce de varias
disciplinas (en el punto de encuentro y desencuentro del psicoanálisis, la
lingüística, la filosofía, la literatura, etc.) y en el de las lenguas (en el
punto de encuentro y desencuentro entre el inglés y el francés, entre el
lenguaje teórico y el literario, retórico). Pretender articular no tanto lo que
se dice o podría decirse sino lo que
ocurre, lo que produce efecto y hace acto, lo que se hace o podría hacerse entre cuerpos hablantes, entre lenguas, entre
conocimiento y goce.
Decir un hacer: ¿será posible? ¿Se
puede acaso decir la seducción —la intervención siempre escandalosa del amor en
la teoría, del goce en el conocimiento?
Quizá solo he hablado de la seducción
que han ejercido en mí ciertos textos, ciertas teorías, ciertas lenguas; tal
vez, al mismo tiempo es posible que con este libro yo no haya hecho mas que
perpetrar el escándalo, mas que articular mi propia promesa. Quizás sólo he
expuesto lo desconocido de mi propio placer… Que el lector, en todo caso,
encuentre aquí el suyo, esa es mi esperanza.
[1] Nietzsche, F. Genealogía de la moral. Segundo ensayo, cap. I.
[2] Además de los trabajos de J. L. Austin seguiré en este estudio en
detalle el trabajo de Searle al cual se refiere la nota siguiente, cfr. R.M. Hare, “The Promising Game”, en
Revue Internationale de Philosophie,
t. XVIII, 1964, pp. 398-412; J. Harrison, “Knowing and Promising”, en Mind, oct. 1962; John R. Searle, “How to
Derive ‘Ought’ from ‘Is’”, en Philosophical
Review, 1964; John Scheneewind, “A Note on Promising”, en Philosophical Studies, v. XVII, no. 3,
abril 1966.
[3] John R. Searle, Los actos
de habla. Ensayo filosófico, Ed. Cátedra, Madrid, 1980, (trad. de Luis M.
Valdés Villanueva), p. 62.
[4] Las dos referencias mayores del mito de Don Juan en este libro
serán, en primer lugar, Don Giovanni
de Da Ponte/Mozart. Por lo general todas las citas (acompañadas de número
romano y de una cifra para indicar el acto y la escena) remiten a Don Juan de Molière, Ed. Espasa-Calpe,
Madrid, 1963, (trad. de A. Cebrián).
Natalia Sladogna
natalia.sladogna@gmail.com
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