Película chilena del 2012, dirigida por Pablo Larraín, y
nominada a los premios Oscar como mejor película extranjera. La historia a la cual esta película nos
convoca está circunscrita en el momento en el que, luego de 15 años de
dictadura militar en Chile bajo el dictador Pinochet, dada las presiones
internacionales, se convocara a un plebiscito ciudadano para su permanencia en
el poder en el año 1988. Así es como la historia gira en torno al movimiento
publicitario de las campañas de la franja del Sí y el No, y cómo ésta última,
bajo el protagonismo de Gael García interpretando al publicista a cargo, René
Saavedra, va tomando una dirección en la cual el lenguaje de la política y el
mercado se entremezclan, posibilitando un triunfo que ni los propios
representantes de los diversos partidos que conformaban la oposición a la
dictadura veían posible.
Dolor, silencio, temor, orden, control, trabajo, futuro,
diversas aristas que este film nos muestra, la posibilidad de un hacer, de
contar con un espacio de 15 minutos diarios en la televisión abierta durante el
período de campaña, y orientarlo desde la lógica publicitaria, con el famoso jingle[1]
que tanto resonó y movilizó en esa época “Chile, la alegría ya viene” “Vamos a
decir que no”, con la alegría como valor universal siendo su irrefutable
soporte y motor esperanzador que permitiera el atreverse a votar y decir NO!
Si bien la película puede convocarnos desde diversos
lugares, particularmente les comparto una reflexión de esas que hacen tan
especial el compartir y discutir con una buena compañía una película. Cuáles
son las consecuencias de ese horror y temor que nos paralizó como país, nos
paralizó en cuanto a diversidad de ideologías, a sacar la vos, con esto
recuerdo en particular la escena en la que René ve la primera campaña que
estaba haciendo la franja del No, y pregunta ¿no hay nada más? argumentando que
con eso no iban a ganar, surgiendo como pregunta de uno de los compañeros
políticos si alguien de los presentes creía en que ganarían, a lo que responden
que no. Creo que esa escena en particular muestra cómo fue necesario disfrazar
una verdad, dolorosa, paralizante, por una promesa puesta desde la lógica del
mercado, desde lo que vende.
En palabras del propio director, en relación a las consecuencias de este momento histórico «Ahora, ¿es sólo la derrota de Pinochet o es también la victoria del modelo de Pinochet? Esa ambigüedad creo que es la concepción de la película». Un punto que me parece interesante a reflexionar, pues por un lado tenemos el fin de la opresión militar, pero no es menor pensar, por ejemplo, en cuantos años tuvieron que pasar para que se volviera a movilizar en Chile un grupo importante de personas, que manifestaran su descontento, sus demandas de una mejora educacional, y no seguir cayados, funcionando como país ordenado, “de los de mayor confianza para la inversión de otros países”. Me lleva a cuestionarme mucha cosas, a emocionarme con ese momento de liberación de mi país, y a pensar a la vez si no fue más bien el no a la dictadura, pero el sí a la libertad de mercado y al modelo implementado por ese dictador que, luego del plebiscito, siguió siendo hasta 1998 comandante en jefe del ejército, que tuvo que ser juzgado en otro país, y que no recibió pena alguna dado su “Estado de salud”, muriendo en el 2006. Su muerte refleja esta ambigüedad, en la que recuerdo las imágenes en que parte importante del país celebraba, y otra parte no menor hiciera filas eternas para despedirse de su general. Más allá de él, pensar en cómo introdujo el discurso capitalista y acalló las ideologías, me lo ha permitido ver mi inmersión en otras culturas, en su cotidiano, con sus movimientos y caos en los que la gente habla, dice, y se enjuicia. Algo que desde el movimiento de los pingüinos parece estar cambiando, como una promesa y acción desde nuevas voces que van perdiendo el miedo.
Lorena Álvarez
lorenapaz.alvarez@gmail.com
[1]El jingle
es un anuncio cantando en el que el producto y el nombre del anunciante son los
protagonistas; de este modo se consigue que la marca sea fácilmente recordada. La
creación de los jingles es confiada a profesionales y es fruto de estrategias
de mercado.
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