"Una
sumisión completa, aún cuando sea enterada, a las posiciones propiamente
subjetivas del enfermo"
Lacan, J.
"De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la
psicosis", Esc. 2
El encuentro directo con el decir
"loco", "psicótico", me fue pareciendo muy distinto a lo
que había escuchado sobre los locos en mi formación académica. Ese casi temor
con el que había que acercarse a la psicosis, desde lo imperioso de un
diagnóstico diferencial para no provocar su desestabilización, movilizando un
brote desde alguna interpretación, dada su incapacidad de metaforizar, de hacer
chistes, etc. Una lista enorme e inacabable de "no", que me
dificultaba ubicar ahí, en esa lectura deficitaria, algo de escucha a su decir,
a la singularidad además con la que se presenta cada uno de éstos, y de poder
entrar en el juego, y no sólo catalogarlo desde afuera y observarlo como en un
museo, como algo sin vida. El darle vida se evidencia en el equívoco al que el título del libro nos remite, MALDECIR, en tanto imposibilidad estructural de un bien decir, siendo condición del psicoanálisis poner a jugar diversas aproximaciones conceptuales desprendidas al hacer clínica de la experiencia analítica, estando más bien del lado de la transmisión en ese sentido, y no de una enseñanza de certezas. Por otro lado, el carácter performativo de maldición, conlleva en si mismo el movimiento propio del acto, pues es un decir que en si mismo, al enunciarse, tiene la dimensión de acto. En el momento de mal/decir se mal/dice, que en este caso es un decir que llama al mal, y que involucra a un otro que maldice, que condena, marcando una suerte de destino que pareciera escapar al sujeto. Ahí es donde el analista, viene a escuchar este mal decir de cada paciente, pues no hay un para todos, un bien decir, y a su vez posibilita un hacer con eso mal dicho, con esa especie de destino que se moviliza desde su componente azaroso, contingente, puesto en juego en cada encuentro analítico.
Este texto justamente me llevó a
encontrarme con el cuestionamiento en relación al lugar que le otorgamos al
decir del psicótico, las consecuencias de comprender la psicosis desde el "no hay", y desde ahí pretender dar lugar a cierta singularidad. Vislumbrar las posibilidades de escucha y lectura que permite
"el considerar al psicótico como alguien que habla una lengua extranjera,
lo cual es evidentemente distinto a decir que no habla o que no puede hacer
nada con lo que dice" (Leibson, p. 17). Una posibilidad de ir más allá del "no opera el nombre del padre", y su consecuente limitación a un listado de lo que no tiene en relación a la neurosis.
Les dejo una invitación a adentrarse
en una lectura riquísima en abrir y reabrir polémicas a este respecto, siendo
mi hilo personal desde el que estoy recorriendo este viaje, el cuestionarme
desde el "si hay" de la psicosis, de su decir, el abrirme la pregunta
por lo que lo moviliza, específicamente en este encuentro "delirante"
que se vive en la experiencia analítica, atreviéndome a preguntarme
por su deseo, y no cerrando este cuestionamiento de antemano desde un "no
hay" que limita y ensordece. El libro recorre estas polémicas desde los
ejes de la transferencia, el cuerpo y el significante, abriendo posibilidades
de encuentro, "si estamos dispuestos a dejarnos enseñar. O sea, a dejarnos
sorprender por el extravagante extranjero que nos formula una pregunta (aunque
a veces esa pregunta amenace con derrumbar todo el edificio). Si podemos
considerar lo que si hay en el decir psicótico" (Leibson,
p. 19)...Vale la pena la apuesta, en tanto a mi parecer, desmomifica, poniendo en
movimiento más allá de las construcciones dogmáticamente establecidas, y eso se
agradece!!
Leibson, Leonardo; Lutzky, Julio
1° ed., Buenos Aires, Letra Viva, 2013
Lorena Álvarez
lorenapaz.alvarez@gmail.com
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