Conmemoro el natalicio de mi
padre a mi manera: dedicándole éste escrito. Realizado en octubre del 2011, algunos
días después de su fallecimiento. In memoriam…
Infancia es destino: sólo una posibilidad
“Cada uno de nosotros es el objeto de un texto
posible... Mientras estamos con vida actuamos y decimos, nos hacemos en
nuestros textos… Ninguna de nuestras palabras y ninguno de nuestros actos es
definitivo. Somos en lo que decimos, pero estamos constantemente en
construcción. Ningún relato puede adjudicarse las funciones ominosas y
pontificias de una palabra final. Nuestros recuerdos y lo que nos adjudicamos a
nosotros mismos como sujetos de la palabra afirman nuestra dispersión y nuestro
inacabamiento… Somos quienes, con cada significante que agregamos a nuestras
frases, cambiamos el sentido de todas las precedentes; después de nuestros enunciados
siguen puntos suspensivos…”[1]
Nestor Braunstein.
V
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ivir en el mundo: Un camino de
rutinas y sorpresas, de encuentros y desencuentros, de hallazgos,
desconciertos, emociones. De búsquedas, deseos y anhelos. Laberintos, sendas y
senderos, caminos que se tejen con el hilo de nuestros actos, discurso de cada
quien: puntada singular, esencia de cada ser.
Cada vida se va tejiendo con
puntadas, que como cualquier tejido puede tomar formas al paso del tejer. Ya
nuestros cuerpos lo anuncian desde antes de nacer: del tejido embrionario se
van conformando nuestros cuerpos, tejidos que nos conforma y cambia a lo largo
de la vida hasta la muerte.
De tal manera nos adscribimos a la vida. Somos objeto de nuestro tejer. Al igual que las acciones, las palabras que a cada momento hablamos nos van conformando, nos van dando un lugar en el mundo, vamos tomando posición. Veamos:
A) Te quiero
Enunciado que designa cariño, un
sujeto que quiere a otro. Este otro se ve tomado por el cariño de alguien. El
sujeto queda en posición de, digamos, amoroso.
B) Té quiero
Los modos del decir y del actuar,
marcan lo dicho, lo actuado. Un modo de hacer algo puede designar intención en
un hecho, otro modo posible de ese hecho habla de otra cosa. Así también al
hablar, un gesto escrito a modo de un acento cambia el hilo de la frase:
nuestro sujeto pide Té.
C) Te quiero matar
Nuestro sujeto da otra puntada.
Su posición ahora se torna en rededor de dar un aviso del anhelo de dar muerte
al otro.
D) Te quiero matar a besos
¡Menos mal! Nuestro sujeto no
está dicho todo y va hilando(se) en el devenir presente. Un significante más
hace de sí un texto escribible, inscribible… en construcción.
Tomemos con seriedad lúdica a
éste nuestro sujeto. Si cada una de las frases pudiera representar diferentes
momentos de una parte de una vida veríamos que, como cada significante reciente
resignifica lo anterior, cada momento de esa parte de vida resignificaría las
anteriores, da un sentido otro; un indicio es cuando podemos reírnos de sucesos
que en el pasado no nos causo gracia alguna, cuando recordamos momentos con una
emoción distinta que en aquel presente en nosotros afloro. Freud lo formulo:
“si es recuerdo, es encubridor”, es decir, que al recordar construimos el
recuerdo con componentes de otros planos de nuestra vida anímica además de la
memoria, resignificando así momentos de nuestra vida. Claro, ello es una
posibilidad, pues como sabemos, los sujetos padecen de reminiscencias,
producciones repetitivas, sentimientos de laberintos sin salida, se va tejiendo
sin saber, el propio padecer.
De este modo y, aunque
aparentemente un momento preceda al otro (y que efectivamente así es) el
momento actual está por escribirse, ya sea rumbo a un padecer o no, no está
determinado.
No podemos negar, que aun antes
de nuestro nacimiento se va ya tejiendo nuestra vida: nos ponen un nombre (que
para nada es propio, pues nos lo asignaron y no nos pertenece, pues quien sea
lo puede utilizar para llamarnos), nos sitúan en una clase social, una
religión, un deporte y una cantidad de anhelos que los padres ponen en los
hijos, de rasgos que silenciosos se transmiten como un legado hasta por
generaciones. Ahora bien, parece que el destino nos traza un camino, pero si
analizamos detalladamente, eso que nos es marcado como un destino no es
natural, quiero decir: alguien nos pone un nombre, alguien nos introduce en una
religión o un deporte, alguienes nos transmitieron lo que era políticamente
correcto y lo que es estéticamente deseable, lo que uno debería ser. Ello, dar
cuenta de lo no natural del asunto, de que alguien (alguienes) nos inscribieran
-aún antes de nacer- en nuestras vidas, apuntan a lo escribible del ser, a que
bajo cada puntada cada quien se va tejiendo… transcurre… transita.
Jacques Lacan lo dijo a su manera
luego de más de veinte años de enseñanza:
“…el parl´être, como yo lo llamo, no crea más[2], ¿no crea más qué? Que fuera del ser de hablar, él crea en el ser. Es grosero creer que esto es únicamente porque está el verbo ser. No, es por eso que yo digo: el ser de hablar. El cree porque habla, es ahí que está la salvación. Es un errar, ¡e incluso diré un rasgo unario! Esto es, gracias a eso que lo que yo llamaría una boludización orientada, ha prevalecido en lo que se llama el pensamiento que se dice humano. Me dejo llevar, la mosca me pica cada tanto, y este errar, yo diría que merecería más bien ser fijado con la palabra trans-humante, no teniendo la pretendida humanidad sino una naturalidad de transito y que además postula la transcendencia.
Mi suceso, si puedo decir, que por supuesto no tiene ninguna connotación de logro a mis ojos — y con razón: como Freud, no creo más que en el acto fallido, pero en el acto fallido en tanto que es revelador del sitio, de la situación del tránsito en cuestión, con transferencia a la clave por supuesto, todo eso, eso hace trans; simplemente, ese trans hay que volver a llevarlo a su justa medida —mi suceso pues— mi sucesión, eso es lo que quiere decir ¿quedará en ese transitorio? Y bien, es lo que mejor puede ocurrirle puesto que, de todas maneras, no hay ninguna posibilidad de que el humante-trans aborde jamás sea lo que sea.” [3]
A la memoria de mi padre . . .
Luis Mendoza Lascano
luis.m.lascano@gmail.com
luis.m.lascano@gmail.com
Bs. As. Octubre del 2011
Me emociona mucho poder compartir este importante momento a través de este espacio, un espacio que tan significativo ha sido para los 4 que lo hemos ido construyendo, y estoy segura que es una emoción compartida por todos. Comparto lo que señalas en tu escrito, más allá de las preguntas que nos puedan surgir cuando profundizamos en este sujeto en construcción, si habría o no sujeto, más bien si podría capturarse en algún momento, para mí lo fundamental está en las posibilidades que se abren al plantearlo de este modo. Si bien hay una escritura, desde esos decires de esos alguienes, de alguna manera cabe la posibilidad, de escribir, inscribir con aquello. Personalmente creo que es eso lo que hace que, a mi modo de ver, el psicoanálisis no sea pesimista, al contrario, creo es lo que nos permite apostar, que posibilita hacer algo con esos puntos suspensivos que su lectura nos permite ver, después de los enunciados. Como señalas en la cita de Braunstein, somo el objeto de un texto posible.
ResponderEliminarGracias por tus palabras, por hacernos parte de este momento, y compartir estas y otras pasiones. Un abrazo!
Estimado Luis, es muy emocionante poder compartir estos desprendimientos contigo y que este sea un espacio en el cual poco a poco, con diferentes hilos de muchos colores, se comience a tejer una nueva tela;una bufanda que ajuste a cada a uno de la forma en la que cada cual quiera. Es verdad, la vida nos la dan, no elegimos nacer ni ser tal o cual, pero siempre esta ese pequeño punto de error, de fallo y de acto en el que cada uno puede elegir el tipo de hilo que utilizara para su bufanda. La palabra es asi la aguja mas poderosa para tejerse de una u otra forma y por supuesto el pasar de los dichos a los hechos, haciendo, diciendo y porque no, compartiendo.
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