El escándalo performativo del análisis es el título que
lleva la revista artefactos 5, revista que se organiza en torno a los efectos
provocados y producidos por el tejido de las proposiciones de J. Lacan, de J.
L. Austin y el “Don Juan” de Moliere, tejido que nos mostró Shoshana Felman en su "El escándalo del cuerpo hablante. Don Juan con J. L. Austin [y Jacques Lacan] o Seducción entre lenguas" y que del cual, acompañado de Felix
Guattari, Joseph Danan, Gilles Deleuze, Judith Butler, Michel Foucault, John
Searle y muchos otros, es que surge a partir del encuentro con sus páginas
diversas charlas en torno a sus lecturas, vicisitudes sorprendentes y efectos
que en el cuerpo de la revista se despliegan…
Les invito a compartir a partir de este número de la revista, unas
interrogantes que tocan diversos campos del saber y no sólo a la práctica del
análisis, por ello es que les dejo un trazo de lo que en este número de la
revista se pintó Acceda a un extracto de la revista haciendo clic aquí. y a un
paseo por algunos despliegues que en mi se extendieron…
El texto de Gerardo Gutiérrez va de las descripciones más conocidas de
los performativos que Austin utiliza como paradigmáticos a la toma de posición
de John Searle en donde todo hablar es un acto de habla, y cada oración tiene
una diversa dimensión de realización en función de las situaciones concretas en
donde se produzcan. Así, los actos de habla pasan a abrir el camino para tomar
al habla como un acto, que como todo acto implica el cuerpo, y las
investigaciones del lenguaje pasan a incluir a las funciones que realizan en la
vida cotidiana y en situaciones concretas los componentes formales y
estructurales que la conforman, en donde se ve que “también funciona como
un sistema plagado de “seducciones”, nunca del todo indiferente al resto de
maniobras interesadas que solemos hacer los humanos cuando interactuamos con
otros”, igualando a las maniobras lenguajeras con las corporales, no son sino
la una con la otra y viceversa. Gerardo Gutierrez localiza una entrada al libro
de Shoshana por donde estas maniobras se pueden verificar en la misma
dimensión. Nos señala que Don Juan es un “un gran falsario de promesas”, va
plantando promesas que luego no cumple, con distintas mujeres en distintos
momentos pero con situaciones en las que la promesa vale en tanto acto que
compromete el cuerpo: en pos de satisfacer sus apetitos sexuales, los cuales ya
satisfechos, la promesa no se cumple… pero el acto ya esta hecho.
Una maniobra lenguajera para meter mano al cuerpo, a esto Gutierrez le
llama en este escrito “producir lenguaje en beneficio del placer”, pero que,
siguiendo a Shoshana, lo que va produciendo son acciones que, de manera clara,
Gerardo Gutierrez nos propone, un acto de habla es producido entre varios: “el
reconocimiento de un acto de habla se basa, sobre todo, en unas ciertas
condiciones contextuales, más allá de los contenidos proposicionales”, si
tomamos como verdadera esta formulación: ¿que condiciones contextuales se
producen en un análisis cuando la performatividad surca las sesiones? ¿Cómo es
que el contexto hace que una promesa sea acto? ¿De qué manera los dichos de
alguien en pos de satisfacer sus apetitos pasan de ser declarativos a
realizativos de sus deseos?
Otra muestra del escándalo del cuerpo hablante cotidiano nos lo presenta
Manuel Carreras Hernández con los dichos populares en donde “los dichos
anuncian el escándalo del decir diferente, del decir acto. Decir que no deja
indiferente” ¿será el decir en acto un decir diferente? por lo demás ¿Diferente
a qué? no lo deja claro, lo que sí deja en claro es cómo el dicho popular “se
fue sin decir esta boca es mía” introduce un cuerpo que ya no está, un
cuerpo a partir de una parcela de él: la boca. El sentido común del dicho
refiere a que se fue sin despedirse, “leído desde el nivel que nos ocupa, se
perfila un cuerpo que que al menos es boca, lo menos que se espera de él es que
antes de marcharse confirme al hablar poseer una. De modo que es hablando que
se confirma la posesión de un cuerpo que empieza a decirse por la boca”. Al
decir el dicho se introduce un cuerpo que ya no está, pues el dicho hace su
aparición en el lugar del cuerpo que se fue, es decir, se dijo el dicho para
notificar que ese o aquél se fue, el dicho hace notar que se fue y por eso
mismo lo introduce (a diferencia de que el dicho no sea dicho, pues en este
caso la ausencia del que se fue no se hace presente).
“Cuerpos dichosos dichosos cuerpos” es el palíndromo que Carreras usó
para titular su escrito y en el que se nota ya la relación del cuerpo con su
dicha y su decir; en este también nos lanza una formulación que les dejamos
para su interrogación: “la forma en que los dichos populares recogen la
relación del cuerpo con el habla se corresponde con la falla” ¿será? el irse
sin despedirse ¿es una falla? Hay otros dichos que Carreras analiza y en los
cuales podrán hacerse de un juicio, él introduce argumentos que se pueden leer
en el escrito y que son interesantes para desplegar.
Leer el “Aquelarre del cuerpo charlador” de Jorge Orendáin fue una
delicia rítmica, un escrito melódico que me sorprendió no sólo porque hizo
bailar mis pupilas sino por las cuestiones que en él despliega. Nos lanza una
proposición: “El acto de saludar es un performativo” de la cual, no dice si es
falsa o verdadero, pues lo duda y nos hace tomar o no la tarea de investigarlo.
Dentro de su “apunte general” nos abre un terreno que no explora en este
escrito, es una enseñanza que le deja el libro de Shoshana Felman a repensar el
acto, escribe:“una enseñanza que me queda es la invitación que la autora nos
hace a repensar el acto humano: sus palabras, su contexto, sus complicidades
culturales y demás”. Nos enseña con el dedo índice un camino para explorar,
pues justamente, la entrada del performativo aparece como poniendo el acento en
la modificación que presenta la concepción y uso que tiene el lenguaje, pero no
de cómo el performativo afecta a las concepciones de acto ¿Tendrá efectos sobre
él?
Otro lugar a donde apunta Orendain es a “probar el sabor de las palabras
o el sabor del saber. Entender que somos cuerpo que se sabe palabra, que se
sabe fiesta, que se sabe seducido, que se sabe risa, que se sabe deseo, que se
sabe vida, que se sabe escándalo”; saberes que necesitan de un cuerpo para ser
logrados y de alguien que habla para acceder a el.
Por mi parte, escribe un universal en su Apunte 4 del que no acuerdo, y
que se los dejo para dialogar: “Todos estamos de acuerdo de que el lenguaje es
un instrumento para transmitir la verdad. La verdad es una relación de
congruencia perfecta entre una enunciación y su referente” ¿...?
En este mismo apunte que llama “De lengua me hecho un verso” expresa una
noción de seducción de la cual quedamos tomados: “Seducir es prolongar dentro
del habla deseante la realización de la toma de placer, a partir de la producción
misma de ese hablar”. La seducción en algunas cuestiones parte del engaño, pero
¿qué engaño puede haber en tanto al hablar hay una realización de la toma de
placer? ¿Hasta donde Don Juan engañaba a las damiselas con sus promesas a las
que aquellas daban lugar? Si en el decir de Don Juan se localiza esa toma de
realización de placer, a partir de su cuerpo deseante del cual podemos saber a
través de sus dichos al hablar...
¿Un engaño es el fruto de una promesa rota? Podríamos contestar
rápidamente que si, sin embargo si la promesa es un acto que necesita de un
contexto y es independiente de las causas que puede efectuar dicho acto la
promesa no se puede romper, pues fue consumada en el momento mismo del
prometer… Tal vez, los efectos de tal acto sean desafortunados pero si el acto
ya se efectúo, los cuerpos ya fueron modificados… De aquí que el performativo
se localice en un “entre” como bien nos lo recuerda Rebeca González Rudo en su
“Entre la carne y el verbo: un camino sembrado de promesas” quien escribe un
detalle importante, el performativo no solo deriva del acto de hablar, sino más
bien que además de ese acto las palabras en sí realizan acciones, un camino
sembrado de promesas nos apunta a la seducción que estas acciones causan ¿pero
porque prometer seduce? ¿Es en sí el prometer lo que seduce o son las fuerzas
que afectan a los cuerpos a las que convoca? Rebeca González nos lanza una
pista: “seducir es producir un lenguaje que goza a partir de la producción
misma del propio lenguaje”. El cuerpo introduce al decir y el decir introduce
un cuerpo, seducir no es sólo hablar, es poner el cuerpo.
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