martes, 9 de septiembre de 2014

Performativo y cuerpo ¡¿Que relación?! "El escándalo performativo del análisis" Escena 1




El escándalo performativo del análisis es el título que lleva la revista artefactos 5, revista que se organiza en torno a los efectos provocados y producidos por el tejido de las proposiciones de J. Lacan, de J. L. Austin y el “Don Juan” de Moliere, tejido que nos mostró Shoshana Felman en su "El escándalo del cuerpo hablante. Don Juan con J. L. Austin [y Jacques Lacan] o Seducción entre lenguas" y que del cual, acompañado de Felix Guattari, Joseph Danan, Gilles Deleuze, Judith Butler, Michel Foucault, John Searle y muchos otros, es que surge a partir del encuentro con sus páginas diversas charlas en torno a sus lecturas, vicisitudes sorprendentes y efectos que en el cuerpo de la revista se despliegan…

Les invito a compartir a partir de este número de la revista, unas interrogantes que tocan diversos campos del saber y no sólo a la práctica del análisis, por ello es que les dejo un trazo de lo que en este número de la revista se pintó Acceda a un extracto de la revista haciendo clic aquí. y a un paseo por algunos despliegues que en mi se extendieron…

El texto de Gerardo Gutiérrez va de las descripciones más conocidas de los performativos que Austin utiliza como paradigmáticos a la toma de posición de John Searle en donde todo hablar es un acto de habla, y cada oración tiene una diversa dimensión de realización en función de las situaciones concretas en donde se produzcan. Así, los actos de habla pasan a abrir el camino para tomar al habla como un acto, que como todo acto implica el cuerpo, y las investigaciones del lenguaje pasan a incluir a las funciones que realizan en la vida cotidiana y en situaciones concretas los componentes formales y estructurales que la conforman, en donde se ve que  “también funciona como un sistema plagado de “seducciones”, nunca del todo indiferente al resto de maniobras interesadas que solemos hacer los humanos cuando interactuamos con otros”, igualando a las maniobras lenguajeras con las corporales, no son sino la una con la otra y viceversa. Gerardo Gutierrez localiza una entrada al libro de Shoshana por donde estas maniobras se pueden verificar en la misma dimensión. Nos señala que Don Juan es un “un gran falsario de promesas”, va plantando promesas que luego no cumple, con distintas mujeres en distintos momentos pero con situaciones en las que la promesa vale en tanto acto que compromete el cuerpo: en pos de satisfacer sus apetitos sexuales, los cuales ya satisfechos, la promesa no se cumple… pero el acto ya esta hecho.

Una maniobra lenguajera para meter mano al cuerpo, a esto Gutierrez le llama en este escrito “producir lenguaje en beneficio del placer”, pero que, siguiendo a Shoshana, lo que va produciendo son acciones que, de manera clara, Gerardo Gutierrez nos propone, un acto de habla es producido entre varios: “el reconocimiento de un acto de habla se basa, sobre todo, en unas ciertas condiciones contextuales, más allá de los contenidos proposicionales”, si tomamos como verdadera esta formulación: ¿que condiciones contextuales se producen en un análisis cuando la performatividad surca las sesiones? ¿Cómo es que el contexto hace que una promesa sea acto? ¿De qué manera los dichos de alguien en pos de satisfacer sus apetitos pasan de ser declarativos a realizativos de sus deseos?

Otra muestra del escándalo del cuerpo hablante cotidiano nos lo presenta Manuel Carreras Hernández con los dichos populares en donde “los dichos anuncian el escándalo del decir diferente, del decir acto. Decir que no deja indiferente” ¿será el decir en acto un decir diferente? por lo demás ¿Diferente a qué? no lo deja claro, lo que sí deja en claro es cómo el dicho popular “se fue sin decir esta boca es mía” introduce un cuerpo que ya no está, un cuerpo a partir de una parcela de él: la boca. El sentido común del dicho refiere a que se fue sin despedirse, “leído desde el nivel que nos ocupa, se perfila un cuerpo que que al menos es boca, lo menos que se espera de él es que antes de marcharse confirme al hablar poseer una. De modo que es hablando que se confirma la posesión de un cuerpo que empieza a decirse por la boca”. Al decir el dicho se introduce un cuerpo que ya no está, pues el dicho hace su aparición en el lugar del cuerpo que se fue, es decir, se dijo el dicho para notificar que ese o aquél se fue, el dicho hace notar que se fue y por eso mismo lo introduce (a diferencia de que el dicho no sea dicho, pues en este caso la ausencia del que se fue no se hace presente).

“Cuerpos dichosos dichosos cuerpos” es el palíndromo que Carreras usó para titular su escrito y en el que se nota ya la relación del cuerpo con su dicha y su decir; en este también nos lanza una formulación que les dejamos para su interrogación: “la forma en que los dichos populares recogen la relación del cuerpo con el habla se corresponde con la falla” ¿será? el irse sin despedirse ¿es una falla? Hay otros dichos que Carreras analiza y en los cuales podrán hacerse de un juicio, él introduce argumentos que se pueden leer en el escrito y que son interesantes para desplegar.

Leer el “Aquelarre del cuerpo charlador” de Jorge Orendáin fue una delicia rítmica, un escrito melódico que me sorprendió no sólo porque hizo bailar mis pupilas sino por las cuestiones que en él despliega. Nos lanza una proposición: “El acto de saludar es un performativo” de la cual, no dice si es falsa o verdadero, pues lo duda y nos hace tomar o no la tarea de investigarlo.

Dentro de su “apunte general” nos abre un terreno que no explora en este escrito, es una enseñanza que le deja el libro de Shoshana Felman a repensar el acto, escribe:“una enseñanza que me queda es la invitación que la autora nos hace a repensar el acto humano: sus palabras, su contexto, sus complicidades culturales y demás”. Nos enseña con el dedo índice un camino para explorar, pues justamente, la entrada del performativo aparece como poniendo el acento en la modificación que presenta la concepción y uso que tiene el lenguaje, pero no de cómo el performativo afecta a las concepciones de acto ¿Tendrá efectos sobre él?

Otro lugar a donde apunta Orendain es a “probar el sabor de las palabras o el sabor del saber. Entender que somos cuerpo que se sabe palabra, que se sabe fiesta, que se sabe seducido, que se sabe risa, que se sabe deseo, que se sabe vida, que se sabe escándalo”; saberes que necesitan de un cuerpo para ser logrados y de alguien que habla para acceder a el.

Por mi parte, escribe un universal en su Apunte 4 del que no acuerdo, y que se los dejo para dialogar: “Todos estamos de acuerdo de que el lenguaje es un instrumento para transmitir la verdad. La verdad es una relación de congruencia perfecta entre una enunciación y su referente” ¿...?

En este mismo apunte que llama “De lengua me hecho un verso” expresa una noción de seducción de la cual quedamos tomados: “Seducir es prolongar dentro del habla deseante la realización de la toma de placer, a partir de la producción misma de ese hablar”. La seducción en algunas cuestiones parte del engaño, pero ¿qué engaño puede haber en tanto al hablar hay una realización de la toma de placer? ¿Hasta donde Don Juan engañaba a las damiselas con sus promesas a las que aquellas daban lugar? Si en el decir de Don Juan se localiza esa toma de realización de placer, a partir de su cuerpo deseante del cual podemos saber a través de sus dichos al hablar...



¿Un engaño es el fruto de una promesa rota? Podríamos contestar rápidamente que si, sin embargo si la promesa es un acto que necesita de un contexto y es independiente de las causas que puede efectuar dicho acto la promesa no se puede romper, pues fue consumada en el momento mismo del prometer… Tal vez, los efectos de tal acto sean desafortunados pero si el acto ya se efectúo, los cuerpos ya fueron modificados… De aquí que el performativo se localice en un “entre” como bien nos lo recuerda Rebeca González Rudo en su “Entre la carne y el verbo: un camino sembrado de promesas” quien escribe un detalle importante, el performativo no solo deriva del acto de hablar, sino más bien que además de ese acto las palabras en sí realizan acciones, un camino sembrado de promesas nos apunta a la seducción que estas acciones causan ¿pero porque prometer seduce? ¿Es en sí el prometer lo que seduce o son las fuerzas que afectan a los cuerpos a las que convoca? Rebeca González nos lanza una pista: “seducir es producir un lenguaje que goza a partir de la producción misma del propio lenguaje”. El cuerpo introduce al decir y el decir introduce un cuerpo, seducir no es sólo hablar, es poner el cuerpo.


Por Luis Mendoza
luis.m.lascano@gmail.com


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